sábado, 31 de mayo de 2014

Análisis de 'La firma en blanco'

En palabras del propio René Magritte: «las cosas invisibles pueden ser visibles. Si alguien va a caballo por un bosque, primero se le ve, después no, pero se sabe que está allí. En la Firma en blanco, la amazona oculta los árboles y los árboles la ocultan a su vez. Sin embargo, nuestro pensamiento abarca a las dos, la visible y la invisible. Y yo utilizo la pintura para hacer visible el pensamiento».

La firma en blanco (1965)
A decir verdad, el cuadro reflexiona sobre la fragmentariedad de la visión en dos niveles distintos: en la realidad y en las convenciones de la representación. En la realidad, una figura situada más allá de una red, o como aquí una espesura de hojas se nos muestra en fragmentos, pero no tenemos ninguna duda acerca de su unidad: de hecho, parece que la vemos entera.

Son distintos los términos de la cuestión cuando nos ponemos ante una representación bidimensional, en la cual lo que está delante está pintado sobre lo que está detrás y viceversa (así, la figura de la amazona aparece pintada aquí sobre un único tronco de árbol).

Este cuadro funde los dos problemas en una única imagen, que logra infringir las reglas en las que se basan los dos. Pero la visión sigue siendo interesante, porque presupone que también la realidad (o mejor, la visión que tenemos de ella) no es otra cosa que una abstracción.