
Algunas de sus últimas obras, entre ellas esta, se inspiran en los estudios del matemático francés René Thom, inventor de la teoría de las catástrofes, un modelo teórico para explicar algunos fenómenos naturales, expuesta por el científico en la obra Modèles mathématiques de la morphogenèse. El artista se sumergió de una manera muy personal en estas complejas construcciones matemáticas, creyendo hallar una confirmación de la verdad de ciertas «visiones» suyas relativas al origen geológico del Rosellón y al valor de modelo absoluto que había reconocido en la estación de Perpiñán (que en realidad era bastante corriente).
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La cola de la golondrina (1983) |
En este cuadro sorprende la pureza casi abstracta de la composición; unos pocos signos, que recuerdan las representaciones gráficas de las funciones matemáticas, ocupan la superficie pictórica, en la cual flotan algunas efes, similares a las hendiduras sinuosas de la caja de los violines. Por seguir en el terreno de los signos matemáticos, estas elegantes efes alargadas son asimismo el símbolo de la integral. Sin embargo, Dalí estaba desde luego pensando también en el violín, pues en el margen superior izquierdo ha representado precisamente una parte de ese instrumento musical.