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Mesa surrealista (1933) |
En 1929 se instala en París y se une a Georges Bataille, quien dirigiría en ese mismo año la revista Documents. Algo más tarde se aproximó a André Breton y sus intercambios fueron lo bastante privilegiados como para que fuesen objeto de uno de los capítulos de Amour fou. Aquí Breton describe la génesis de la escultura de Giacometti titulada Ahora, el vacío, pero más frecuentemente conocida como Objeto invisible. Las esculturas del suizo entre 1929-1935 respondían a la nueva concepción del «objeto de funcionamiento simbólico», tan apreciado en aquel momento por los surrealistas. Estas obras aparecían como la materialización de objetos soñados, cuyo oscuro sentida parecía lleno de premoniciones y presagios.
Más adelante, ya en la década de 1940, Giacometti daría por superado su paso por el surrealismo y regresaría al arte figurativo. No se abre para él una época de mediocridad o de ostracismo, pues en los años siguientes habría de dar a la luz algunas de sus obras más famosas: sus conocidas figuras humanas alargadas.
Sus obras pictóricas, aparte del indudable valor artístico con el que puedan ser juzgadas, cobran especial importancia porque se convirtieron en una especie de señal del existencialismo, quizá la corriente filosófica que define el siglo XX. El mismo Jean Paul Saste afirmaba reconocer en las obras del escultor y pintor suizo algunas de las ideas que serían propias y definitorias del surrealismo: «Giacometti por igual niega la inercia de la materia y la inercia de su nada pura; el vacío es lo pleno, flujo desplegado; lo pleno en el vació orientado. Lo real fulgura».