André Masson (Balagny-sur-Thérain, 4 de enero de 1896 - París, 28 de octubre de 1987) fue influido por el cubismo, como Joan Miró o el escultor Julio González, pues su maestro fue Juan Gris. Sin embargo, la rigurosa composición de los cubistas fue pronto superada por una nerviosa y apasionadamente dinámica red de líneas, expresión directa del estado mental del artista. Entre sus referentes de juventud pueden situarse el pintor James Ensor (1860-1949), durante su estancia en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas, y el filósofo Friedrich Nietzsche (1844-1900).
Tauromaquia (1937) |
Alrededor de 1930 sus cuadros parecen una confirmación del aforismo de André Breton «la belleza será convulsa o no será», con quien romperá en 1929 para reconciliarse en 1936. Masson fue muy sensible a los cataclismo y las crueldades de su época; la batalla de todos contra todos (seres humanos, animales, sexos...) se convirtieron en un trauma para él, y pintó en un intento de librarse de ello.
Las experiencias bélicas brutales de las guerra mundiales, la huida y la persecución, la inexorable cadena de catástrofes, dio forma a sus caligrafías automáticas, que durante su estancia en Estados Unidos (1940-5) se volvieron febriles y estridentes. Tras su vuelta a París trabajó también haciendo el vestuario y los decorados de numerosas óperas y obras de teatro.
El taller de Dédalo (1943) |
La increíble tensión mental en que se encontraban era imposible de mantener, lo quizás explica el regreso de Masson a un enfoque impresionista influido por William Turner (1775-1851). En esta etapa realizó cuadros de un lirismo reservado y sorprendentemente tranquilo. Sin embargo, su anterior técnica automática siguió influyendo en otras artistas, hasta llegar a Hans Hartung (1904-1989) y sus «psicogramas» y a las pinturas de dripping de Jackson Pollock (1912-1956).